Los umbrales

En Macondo comprendí

que al lugar donde has sido feliz

no debieras tratar de volver

Joaquin Sabina

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En esta foto podemos contemplar como dos columnas sostienen un arco ojival rematado por un claustro apenas adivinado, el lugar donde los héroes pierden la vida o su fortuna. Columnas y ojivas que son umbrales que sostienen al monstruo en forma de gárgola y que están diseñadas para intimidar al arriesgado viajero: muchos dan vuelta atrás y no alcanzan a traspasar ese umbral que es en definitiva lo que divide la vida de la muerte.

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Los que traspasan el citado umbral tienen una primera sorpresa, la de sentirlo como un lugar ya conocido, algunos volvemos allí dos o más veces y es allí donde sentimos esa sensación que conocemos como dejà vu. El esencial de todos los dejàs vus conocidos, esa siniestra sensación de que aqui ya hemos estado a pesar de saber racionalmente que nunca estuvimos allí.

Aqui hay un dejà vu en directo, magistral por Crosby, Stills y Nash: efectivamente todos hemos estado aqui antes (we have all been here before)

El océano de la vida llamaba Joseph Campbell en su libro «El heroe de las mil caras» a ese tránsito, que entendemos como un renacimiento espiritual pues todos los tránsitos son en esencia renacimientos, escritos en eso que llamamos mitos y que no son mas que sueños despersonalizados, sueños que no pudimos soñar pero que otros soñaron para nosotros, para darnos lo que nosotros por nosotros mismos no pudimos lograr.

Esos seres eternos del sueño nos traen los dones que nunca pudimos gozar a través de su epopeya, de su odisea y de su generosidad: son los heroes míticos, alter egos consumados de nuestra inconsumación. Se hizo la cultura y la cultura nos hizo más libres, pues pudimos nombrar aquello que estaba velado detrás del umbral, detrás de la puerta del templo. Teseo era lo nuevo y lo vivo y por eso Ariadna le prestó su ayuda para derrotar al Minotauro, Perseo traía buenas noticias y arrancó la cabeza de Medusa que con su mirada dejaba petrificados a los hombres. Pues esa es la tarea del héroe: encadenar los elementos destructivos y volver a la superficie, alli donde habitan los hombres comunes a traerles una palabra nueva.

Hablando de otros Umbrales y de héroes que traen a la vida nuevas palabras he de nombrar a otro umbral, a Paco, que murió el año pasado y debe estar por merito propio en este blog. Escribía diariamente una columna en «El mundo» e reinventó el castellano, un idioma al borde la extinción, agotado en sí mismo, yacente y agónico, lo nuevo.

Recuerdo sobre todo esta reflexión de Paco Umbral sobre la mujer:

«La mujer es como un hombre pero enfermo»

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Se refería a esta clase de enfermedad: la enfermedad del espejo, enfermedades de mujeres recreadas por la mirada de los hombres.

Claro que eso era antes porque lo cierto es que ahora los que parecen enfermos crónicos son ellos, que son los que se quedan en casa como impedidos mientras ellas salen a trabajar con anorexia o sin ella, espabiladas por el ayuno. A fin de cuentas tal y como decía Campbell la falta no es de la reina sino del rey y es por eso por lo que él no puede culparla pues recuerda lo que ha hecho. Por eso Pasifae tiene menos culpa que Minos pues si bien ella se enamora del toro de Creta construyendo un artilugio para copular con él, lo cierto de todo es que Minos utiliza al propio toro -regalo de Poseidón para el pueblo cretense- en su propio beneficio. Con ellos se inicia una estirpe de pecadores y de malditos -enfermos mentales- les llamariamos hoy, una estirpe de suicidas, incestuosos homicidas y de mujeres victimizadas y abandonadas en Naxos.

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Ahora lo que hacemos es venerar al toro en los cosos taurinos y escenificar la vieja tragedia cretense en otra clave. Esperamos que el torero, que es Teseo pero también Ariadna, medio bailarín y medio guerrero de muerte a ese padre totémico que al menos una vez al año debe morir para que sus hijos podamos seguir vivos, pero todos al fin y al cabo participamos en el banquete y recordamos que eso que llamamos civilización o humanidad está montado sobre un crimen original: el parricidio. Lo recordamos todo el año pero esperamos la primavera a las cinco de la tarde para que el héroe retorne del umbral con los atributos del toro.

Entonces respiramos y renacemos, enterramos el pasado y renovamos la historia.

Somos de hecho hombres nuevos iniciados en el olvido.

Y los umbrales son los mismos para todos tal y como aseguraban CSN. Aqui están: