Pornofashion

Sólo lo inhumano es fotogénico

Baudrillard

A las palabras les pasa lo mismo que a las modelos, no son en sí, nada, pero evocan alguna cosa, bien sea la «cosa en sí» que representan o bien algo ausente relacionado arbitrariamente con ella. La palabra «árbol» no es el árbol en sí pero me trae a la memoria inmediatamente un limonero que tuve cuando aun tener limoneros era posible pero otras palabras no evocan nada concreto sino algo que no existe sino como idea, como abstracción, son las palabras «libertad», «verdad», «belleza». Se las conoce como universales, Platón dixit.

Toda palabra está pues vacía y representa un hueco que rellenan los significados, es decir los consensos.

Hemos de inventarnos pues una palabra nueva, un neologismo para atrapar la esencia de qué cosa es una modelo, me refiero claro está a las modelos de pasarela, esas niñas-esclavas que sueñan -al carecer de una mirada propia- con ser miradas por ojos ajenos porque «es mi sueño» afirman ellas, sin saber que se meten de lleno en una cáscara vacía porque a falta de un significado claro acerca de esta actividad ser modelo no es ser otra cosa sino una actriz pornofashion.

La diferencia que existe entre la pornografía verdadera y la pornofashiongrafia es el peso de las modelos. Las primeras están más entradas en carnes -elogio de la curva- y las segundas suelen estar escuálidas -elogio del ángulo-, una cosa más al gusto femenino. Es por eso que las «tias buenas» como Zaira (Supermodelo 2007) no ganan concursos porque ellas son más del gusto de los hombres, esos que consumen pornografía directamente y que dirigen su mirada a la nalga en lugar de al vestido si es que queda algo por vestir.

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Claro que las diferencias comienzan a ser cada vez más dificiles sobre todo desde que para ser modelo hay que estar en un índice de masa corporal de al menos 18. Asi las tias buenas a veces se cuelan en las pasarelas aunque el gusto de las mujeres y de los homosexuales que controlan el negocio sigue siendo un gusto andrógino y por tanto más cercano al pornofashion que a la pornografia y por eso las echan y las condenan a misses o a posar para Interviu.

freud1.jpgPero en cualquier caso una modelo es sobre todo una identidad de muñeca, es decir alguien que no es en sí de carne y hueso sino tan solo un soporte para lucir la ropa de alguien, una mirada hueca y andares de zombie con tacones altos. A veces ese alguien tiene que vender bragas y es precisamente entonces cuando la ambigüedad se cuela por los entresijos de las telas y se muestra en su verdadera intención: atraer la mirada de los hombres porque las mujeres solo miran a las delgadas o a las obesas mórbidas, contravalores ambas del gusto masculino.

Los hombres prefieren directamente algo relacionado con su fetiche, que es más próximo a esto:

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Se impone entonces la hibridación como Noemi Campbell, belleza etíope a medio camino de ambas palabras (porno y fashion), entre la pantera y Rimbaud.

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