La vida no es una fotografía sino acaso una novela mejor o peor guionada, una narrativa que transcurre. Sólo la muerte puede fotografiarse, esos muertos vivos, sólo ellos pueden atraparse por su inexorable quietud.
Será por eso que existe un cierto parentesco entre la fotografia y esa forma especial de fetichismo que intenta atrapar en una imagen congelada un discurrir vital, esa suspensión del tiempo que baila con la inhumanidad de un modelo con una mirada hueca.
Decía Baudrillard que sólo es fotogénico lo inhumano. Será por eso que los fetichistas adoran la fotografía y aquellos que se saben fetiches del goce del Otro sean a su vez los mejores modelos fotográficos.
Esta chica de la fotografía se llama Isabelle Caro y dice que su cuerpo causa repugnancia. Y que es por eso por lo que lo muestra, para horrorizarnos. Se trata de un curioso modo de hacer publicidad de la anorexia. Y digo publicidad porque es imposible hablar de una enfermedad sin al mismo tiempo publicitarla, hacer de ella una exégesis, erigir un héroe al que admirar a pesar de la aversión de contemplarla. Los artistas del hambre se exhibieron en Europa hasta hace recientemente poco en los circos, en jaulas siendo pasto del morbo de los ciudadanos comunes. Hasta que se prohibieron, Kafka nos habló de ellos.
En Psiquiatria no existe antipublicidad, es imposible hablar del suicidio sin que aumente el suicidio, algo asi sucedió con la publicación de «Las cuitas del joven Werther» de Goethe, sólo el arte es antipublicitario pero cuando el arte se truca en slogan deja de ser arte y se convierte en un reclamo para el consumo, en este caso en una defensa de la anorexia. Pues de eso trata la publicidad: de consumos, de productos consumibles, en este caso de consumos de cuerpos repugnantes que mostrar.
Oliviero Toscani ha pasado a la historia de la fotografia por sus escandalosos pastiches para la marca Benetton y ahora – al parecer- ha sido contratado por las autoridades sanitarias italianas para hacer una campaña «contra la anorexia». Es su particular modo de promocionar la delgadez.
Y es que ellos creen que los trastornos alimentarios son enfermedades de la alimentación, aun no han caido en la cuenta de que estamos hablando de una patologia mental o de que basta agitar al monstruo para que todos nos echemos a engordar. ¿Pero no estamos demasiado gordos?¿En qué quedamos? No se trata de errores alimentarios provocados por la ignorancia o la gula sino de un deseo de convertirse en la nada, de ser la nada. Y es que no han leido a Sartre y no saben nada de la nada. La LOGSE se olvidó de ellos.
Para que vean ustedes hasta que punto están persuadidos de que los trastornos alimentarios son enfermedades de la alimentación que en esta web hay un curioso juego donde después de elegir un avatar y conocer sus deficiencias alimentarias tienen que confeccionar un menú de acuerdo con su carencia alimentaria. Se llama detectives alimentarios y está hecha precisamente para que la gente se alimente correctamente, como si la gente no supiera demasiado bien con qué alimentarse.
El problema es éste:
Una vez conseguido el derecho a alimentarnos ¿qué haremos para dejar de alimentarnos?
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