El hipercuerpo

Hay quien piensa que de la simbiosis entre lo humano y la tecnología emergerá un metahombre, un nuevo ser tecnohumano cuya característica principal será la de no tener un solo cuerpo, de no tener un cuerpo en absoluto, puesto que todo su cuerpo se encontrará plegado en una intimidad pública mientras que él sólo se ofrecerá a través de sus interacciones con un teclado y un ordenador.

La virtualización del cuerpo supone el borramiento de las fronteras entre el cuerpo que se expone a los demás y el intracuerpo que percibimos a través de la sensorialidad interoceptiva, pero ¿qué cuerpo es el que acabará ostentando el signo de nuestra identidad? ¿Qué cuerpo será el que los demás verán?

ana.jpg

Probablemente ninguno porque las relaciones virtuales que caracterizan este nuevo desarrollo del metaverso se sustentan en un eje imaginario cuyo soporte es la imagen y la literatura, es decir nuestros escritos.

Hay que señalar que escribir no es lo mismo que hablar, puesto que hablar nos divide entre sujeto y objeto (hablamos y nos escuchamos) mientras que oir, ver o escribir nos retrotrae al mundo de lo imaginario donde operamos sólo como objetos o sujetos. Se trata de pulsiones parciales no presididas por la lógica de lo real sino sometidas a las leyes de lo fantasmagórico. Todo en el mundo virtual remite a lo imaginario y por tanto a la actualización de los fantasmas privados de cada cual. Del mismo modo hablar sin exponer el cuerpo no es lo mismo que hablar exponiéndolo, el fundamento del metaverso no es pues favorecer las comunicaciones visuales como sucede en la videoconferencia sino precisamente en lo contrario: en oscurecer la fuente emisora y receptora haciendo cualquier cosa posible al diseminar todas las oportunidades de cuerpo no presencial, esto es el hipercuerpo.

En realidad cualquier humano e incluso un bot no humano podrá agenciarse un cuerpo-avatar como este de abajo y operar en el metaverso según sus fantasmas privados: cambiando de sexo, ofreciéndose como prostituta o incluso comprando y vendiendo propiedades tal y como sucede en «Second life». Se ha abierto ya y se han desparramado todas las virtualidades del deseo, para lo que conviene hacerse o bien un avatar o varios según las personalidades que uno pretenda ejercer en la red.

japonesa.jpg

Los que prefieran un juego menos duro tienen su oportunidad en «Los Sims«, como su nombre indica un juego de simulación en este caso social. Se trata de un juego que a diferencia de «Second life» no es «on line», es decir no es jugado por distintos jugadores reales ocultos tras su avatar sino que el propio jugador crea sus propios personajes y se dedica a interaccionar con ellos tal y como sucede en la vida real puesto que cada personaje lleva consigo su «propia personalidad» con sus necesidades idiosincrásicas. El juego es un juego de supervivencia, como en la vida misma se trata de seguir hacia adelante, de subsistir, ganar dinero, comprar propiedades y alcanzar una cierto bienestar. Naturalmente el juego es un juego sin fin. Este es el entorno en el que viven los Sims, un entorno hiperreal donde se pueden ensayar estrategias de supervivencia social. (En este enlace te puedes bajar el juego en español)

sims.jpg