El tercer ojo de Kubrick

eyeswide.jpgLa póstuma pelicula de Kubrick es un enigma, empezando por su titulo, «Eyes wide shut» que más que un juego de palabras pareciera un neologismo «wideshut», completamente cerrado, vendado, enmascarado. Se trata de un buen titulo para una pelicula que habla de los sueños y que es -en sí misma- una narración onirica.

Imagen e imaginación mantienen entre si una guerra continua, son enemigas viscerales pues la imaginación se nutre de palabras y la imagen es muda, nuestros sueños tienen palabras y nuestro registro imaginario se nutre de palabras y de las leyes de la gramática que presiden el lenguaje inteligible, articulado y narrativo. El lenguaje dispuesto para transcurrir a través del desfiladero de la Ley: de aquello que puede ser dicho. Mirar no es saber, porque mirar no lleva palabras ni se encuentra sujeto a las leyes del lenguaje. Mirar es una pulsión preconceptual, una pulsión parcial y por tanto perversa.

cruise.jpgY eso parece sucederle a Bill (Tom Cruise) en esta misteriosa pelicula que no admite una interpretación lineal: a raiz del relato de un sueño erótico por parte de su mujer (Nicole Kidman) emprenderá una larga marcha nocturna dispuesto para mirar. Lo hará pero de su mirada no podrá extraer más que otros enigmas, ¿qué sucede en realidad en la tienda de aquel sujeto que parece que prostituye a su hija?¿Por qué entra en la casa de aquella prostituta? La ambigüedad es el resultado necesario de la pulsión de mirar, no hay conocimiento a través de esa mirada, no hay un conocer especifico porque las palabras han sido excluidas de ese discurso de los ojos. Kubrick y Bill son dos voyeurs que parecen querer decirnos que hay otra forma de mirar, habla sin duda de la mirada interior.

Se trata de la mirada del sabio, de la mirada de Tiresias el ciego, de los ciegos que como Edipo han perdido la capacidad de mirar porque no necesitan ver. El despertar del tercer ojo del que nos hablaba Lobsang Rampa, nos habla de esa realidad que precisa de haber desvelado la paradoja esencial: ojos bien abiertos para ver lo que se oculta a la mirada. Con ese tercer ojo abierto «verás a todas las personas como son» . Lo que es lo contrario de ver a las personas como deseariamos que fueran.

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Y eso parece sucederle a Bill cuando al fin entra en la cocina de los sueños, en aquel aquelarre enigmático donde acude llevado por la curiosidad que un pianista con ojos vendados despierta en él pero después de que sintiera en su propia carne el efecto del mundo onirico de su mujer Alice. ¿Son los celos los que mueven al protagonista a buscar venganza en la noche neoyorquina?

No lo creo, me inclino mas bien a interpretar que Bill no sueña y es por eso que su vida transcurre en un ambiente oniroide hasta que por fin desciende al laboratorio de los sueños, simbolizado en la ceremonia tanática y recupera la palabra muda y ciega que se encuentra simbolizada en la máscara: la «mascaravenda» que le impedia ver y que ahora reposa en la almohada de su cama.

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La reina Mab, la nodriza de las hadas le ayudará desde ahora en ese periplo interior en busca de las palabras que le faltaron en su anterior viaje.

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