Cadáveres exquisitos

No cabe ninguna duda de que el mundo que percibimos es un mundo distorsionado. Tal y como aseguran algunos simbolizar es en cierto modo asesinar lo real. De tal forma que lo real es aquello que no tiene representación, algo que aterra a los lingüistas obsesionados en encontrar esa palabra exacta, precisa, que nombre y diga aquello que pretende evocar. Pero es verdad que no todo puede decirse porque no toda la realidad es apresable salvo haciendo trampas, para empezar toda aquella experiencia que acaece antes de que el lenguaje se haya establecido (poco mas o menos los tres años) es una experiencia preconceptual tanto si es cognitiva como afectiva. Pertenecen a lo real y es en el inconsciente donde se almacena lo real dispuesto también en forma de lenguaje y siguiendo sus mismas leyes, de manera que el inconsciente está formado por aquello que nunca pudo ser dicho.

Para los seres humanos adultos la muerte es uno de los reales innombrables y de ahí procede creo la fascinación y temor a partes iguales que nos relaciona con esa siniestra señora. Las autopsias son en realidad un espectáculo aun inexplorado por los mercaderes del share y las guerras y sus desastres un buen motivo para fotografiar escenas espantosas para emitir a la hora de comer. Un buen reportero es aquel que plasma la tragedia con su cámara y las revende a las revistas o a los rotativos, la noticia es la noticia. Y lo que se vende es precisamente lo real, aquello de lo que no queremos saber.
¿Muertos o dormidos?

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Aquello que no tiene nombre y que no tiene concepto puesto que la propia muerte no está simbolizada en la mente humana, es una especie de agujero que atrae hacia si todos los intereses morbosos del publico espectador, pero la muerte sigue siendo un hueco por más que se la mire. Será por eso que tienen tanto éxito las exposiciones de cadáveres plastinados, y la veneración y torturas que siguen sufriendo las momias de todas las civilizaciones: el museo y la mesa de disección son los escenarios del futuro en materia de torturas televisadas.

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Hasta hay paginas web que se dedican a vender cadáveres, supongo que simulaciones de cadáveres, pero tan reales que puede usted elegir incluso el color de los ojos, el sexo y el color de los cabellos. Eso si los hombres -ignoro la razón- son más caros, lo que le añade al negocio un cierto tufillo sexista.

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A los cadáveres les pasa como a los Beckam que no son sólo futbolistas ni actrices -incluso es posible que no lo sean en absoluto- sino estrellas mediáticas. Poner un cadáver o una estrella ectoplástica en su vida es un signo de distinción.

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Y no es un broma – un hoax– como se dice ahora sino que realmente la muerte nos fascina, la muerte de los otros, claro porque la nuestra ni mentarla, que siga en el pozo profundo de ese almacén de trastos inservibles que llamamos inconsciente.

beckam.jpgLa otra especie de moda, el muerto-vivo o zombi destaca sobre todo por su versatilidad, no es una persona, es un producto, un cyborg, una marca.

ciciolina.jpgA veces tambien hay heroinas de plastilina como Ciciolina, un espectro que ahora dicen ha entrado en politica.

¿Qué tendrá la politica que atrae tanto a los perversos?