Poesía y fractalidad

“Fingimos lo que somos. Seamos lo que fingimos”

Calderón de la Barca

Anduve buscando por la red un poema que pudiera poner como ejemplo de fractalidad poética y como no lo encontré, me decidí a escribirlo yo mismo tomando como referencia dos verbos: pensar y fingir y una idea ¿como sabemos que lo que dice el otro es verdadero o falso? Pues como no podemos «saberlo» y el tema da para mucho pensar escribí esto:

Ella sabe que lo sé
y yo sé que ella lo sabe
Ella finge ignorar que lo sé
y yo finjo ignorar que lo sabe

Ella sabe que finjo
y yo se que ella finge
¿Fingia?
si yo no sé fingir
¿sabe ella hacerlo?

Ignoramos esa habilidad
y sin embargo
sabemos que fingimos

Yo finjo que estoy fingiendo
y ella finge que no finge
y cada vez nuestro saber es menor

No sabemos fingir
salvo cuando no sabemos que fingimos

INTERPRETACIÓN

Nótese que el desarrollo de este poema es similar a un tema musical, y tambien a las fractales, es recursivo, es decir se refiere a si mismo, iterativo, podriamos llegar al infinito en esa cascada de significantes entre saber-fingir, y posee autosimilitud, es decir se parece a si mismo en cualquier escala. Notese que el verbo fingir por ser irregular unas veces va con «g» y otras con «j», es decir contiene en si misma una variación -una mutación- que está relacionada tanto con el tiempo o las personas del verbo. El verbo «fingir» es en sí mismo una fractal. Juan Ramón Jimenez las hubiera escrito todas con «j».

EL TEMA CENTRAL

Ella sabe que lo sé
y yo sé que ella lo sabe
Ella finge ignorar que lo sé
y yo finjo ignorar que lo sabe

Hasta aqui es comprensible, significa algo que todos hemos experimentado alguna vez: la posibilidad de que el otro sepa algo sobre nosotros que calla o que yo sepa algo del otro que no se verbaliza en la relación.
Un ejemplo podria ser este que ambos estén enamorados, aunque este amor no se haya declarado jamás. Para que este juego pueda darse son necesarias dos cosas: el saber-se y saber-la enamorado/a y fingir que no se sabe, es decir lo que entendemos como disimulo: la actitud de simular que algo que existe o sucede no es.

EL CONTRATEMA FUGAL

Ella sabe que finjo
y yo se que ella finge
¿Fingia?

Aqui aparece una variación sobre el Tema, «ella sabe que finjo» es decir ella tiene un conocimiento sobre mi disimulo (y yo lo tengo sobre el suyo). Pero aparece una novedad, una mutación. Ese «¿fingia?» en forma interrogativa supone una duda, y sobre todo el tiempo del verbo nos transporta hacia un tiempo futuro que es dónde el protagonista se situa con respecto a una duda del pasado. Se trata de una variación fugal sobre el tema de fingir-saber.

si yo no sé fingir
¿sabe ella hacerlo?

Ignoramos esa habilidad.

El tema vuelve a referise a si mismo, vuelve a la autoreferencia en un momento de descanso, de volver a saber alguna cosa. «Yo no sé fingir» es un conocimiento que de alguna manera contradice el tema central y es un contrapunto al contratema, todo parece volver al equilibrio inicial.

UNA PRIMERA CONCLUSION

Y sin embargo
sabemos que fingimos

Yo finjo que estoy fingiendo
y ella finge que no finge
y cada vez nuestro saber es menor.

El tema o el saber acerca del fingimiento parece debilitarse por el uso de la simulación. Se puede fingir que se está fingiendo a cambio de que el saber acerca de ese fingimiento pierda intensidad y se difumine.

UNA CONCLUSION FINAL

No sabemos fingir
salvo cuando no sabemos que fingimos

El saber ha desaparecido y el fingir algo se ha transformado en una realidad. La opción crítica se ha diluido y todo parece indicar que la simulación se impuso sobre el saber que se estaba simulando.

Y para muestra un botón abrochado de la mano de Glenn Gould, el primer movimiento es el tema y luego hay seis variaciones. Se trata de «Las variaciones Goldberg» del funcionario genial Johann Sebastian Bach.

De lo mejorcito que ha sido dicho en música y en matemáticas. Y es que el lenguaje empuja buscando rebotar en alguien.

 

5 comentarios en “Poesía y fractalidad

  1. Bertrand Russel en » La conquista de la felicidad » dice algo parecido a lo que se expone en el post dentro de la Conclusión final: » No sabemos fingir
    salvo cuando no sabemos que fingimos. »

    Bertrand Russel dice : » Por supuesto, si uno es capaz de olvidarse de sí mismo y no representar ningún papel, me parece admirable. Pero si estamos acostumbrados a representar papeles, más vale hacerse un repertorio para así evitar la monotonía. » La cita un poco más ampliada: http://latiniparla.blogspot.com.es/2009/02/el-teatro-de-la-felicidad.html

    Creo que estas palabras de Bertrand Russel siguen estando de total actualidad, lo que ya no parece ser tan habitual es lo del funcionario genial, no sé si por lo difícil de la genialidad o por la relajación que permite ( o permitía ) la vida funcionarial. Una paradoja que da para pensar.

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