El disfraz y la muerte

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La función del disfraz no es tanto el ocultamiento de la verdadera identidad sino su diversificación que para el inconsciente significa: la bisexualidad, sólo permitida en ese tiempo que llamamos carnaval, tiempo para la transgresión, preparación cuaresmal y goce dionisíaco. Pero no vale cualquier identidad ni vale cualquier escondite. Ha de ser barroco y ha de ser anacrónico, como si D. Quijote apareciera con su armadura en mitad de un concierto de rock montando a Rocinante y arremetiendo contra el entarimado de la orquesta. Eso es un disfraz, esa es la puesta en escena de una identidad invertida, la que no tiene el soporte de la narrativa, la que atenta contra el tiempo y pone a la muerte en cuarentena.

Lo realmente diabólico del disfraz no es el anonimato, sino la suspensión del tiempo, el anacronismo disfrazado de hipérbole barroca: lo opuesto a la realidad material, lo más cercano a la mutación de los inmortales.

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No es de extrañar que sea en Venecia donde se celebran los carnavales más famosos -por barrocos- del mundo entero puesto que Venecia no existe salvo para los turistas y los gondoleros, nadie vive allí. Se trata de un museo no de una ciudad, un mausoleo donde se escenifica la putrefacción unánime de laguna, edificios y humanidad, la disolución de lo humano carcomido por lo acuático, un destino fatídico. ¿Puede existir una idea más hiperrealista que una ciudad sin habitantes? Venecia ya fue asesinada simbólicamente por Visconti en «Muerte en Venecia» todo un presagio, una metáfora de la muerte fue aquella peste que separó al viejo profesor Aschenbach, un balance, de Tadzio, un proyecto, una muerte que era un adelanto de la otra, la verdadera, la que ya acechaba y ante la que no cabe disfraz alguno.

Esta escena de «Muerte en Venecia» me parece absolutamente sublime, la muerte busca la vida que se muestra esquiva en el contexto de la eterna búsqueda, fascinación y persecución de la belleza representada por un adolescente Tadzio, incompleto, inacabado, abierto. El espectador se identifica con la candidez de Tadzio pero no con el proyecto acabado -necrófilo- que representa «el viejo profesor». Visconti se disfraza a través de su pelicula y nos muestra -exhibe- su bisexualidad haciéndonos participes de ese juego de miradas y seducción donde el que mira se pone siempre del lado del objeto, del lado de Tadzio.

Aqui puedes encontrar una presentación de diapositivas con disfraces del carnaval de Venecia. Barroquismo, ambigüedad, anacronismo, quizá belleza.

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Un comentario en “El disfraz y la muerte

  1. Hace ya algún tiempo me dediqué a buscar la belleza, no de forma sistemática sino de forma intuitiva recogía elementos combinándolos en busca de un producto estético que produjera el efecto de belleza, término que va mucho más allá del concepto de «lo bello» o» lo bonito» porque en muchas ocasiones no tiene por qué coincidir. La belleza transciende lo propiamente físico y se convierte de esta forma en un intangible difícil de clasificar porque puede estar inscrita en hechos trágicos y entonces resulta contradictorio para el hombre admitirla como tal. La belleza confiere transcendencia, eleva al ser humano con un sentimiento íntimo de gran intensidad que es lo que embriaga e hipnotiza. En este post tú hablas de Venecia y la belleza. Cuando yo fui a Venecia me pareció bonita y bella pero todo tenía un tinte siniestro porque Venecia está muerta. Es una ciudad fantasma y me desagradó muchísimo esa sensación porque parecía en el fondo un enorme parque temático y dicho sea de paso, nada más feo y hortera que un parque temático. Sin embargo a pesar de los espléndidos palacios, y mágicos recobecos que tenía sí hubo una imagen de una fuerza plástica poderosa y de una belleza extrema. El sentimiento que transmitía, contrariamente, era de miedo y terror.
    La imagen fue ver llover en Venecia. Un día el cielo se cubrió de nubes y todo alcanzó un tinte grisáceo, los gondoleros sacaron unos largos chubasqueros negros y las cabezas se las cubrieron con gorros también negros. De pronto la escena cambió radicalmente y todo empezó a estar en consonancia, porque Venecia no es una ciudad alegre, por muchas riadas de turistas que la transiten durante el día, al llegar la noche se queda sola y aquellos gondoleros siniestros surcando los canales eran como espectros surgidos del la verdadera esencia que es ahora esa ciudad. Algo parecido a las máscaras blancas de los carnavales, son fantasmas en una ciudad fantasma y de ahí deriva la verdadera belleza de sus carnavales, es el único momento en que lo físico y lo espiritual-emotivo se pone en consonancia.
    Esto no sólo lo anticipó Visconti sino que en algunos cuadros de Canaletto y Guardi también se respira la decadencia y el ambiente mortuorio de la gran Venecia.

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