Museificación del entorno

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El sueño de un alcalde es tener en su término municipal un «parque temático» o en su ausencia al menos un campo de golf. No es de extrañar porque nuestra economia no es ya una economía de producción, sino una economía del ocio, una economia virtual. La fiebre de los parques o de los campos de golf es tal que amenazan con ocupar todo el territorio, como en aquel cuento de Borges donde el mapa de tan exacto ocupaba todo el reino, tan asi que ya no pudo ser transitado ni mucho menos medido.

En la wikipedia si buscamos el término hiperrealidad veremos que uno de los ejemplos que ponen es precisamente este de los parques temáticos, pero yo creo que es una exageración, un parque temático es el sueño congelado de un niño sobre todo Dysneyworld, pero no cumple con los criterios estrictos de hiperrealidad porque los visitantes de estos lugares saben perfectamente que están ante una ficción, una fantasia, que ese palacio encantado, esa bruja mala o ese ratón Mickey son en realidad una ficción. Hasta los niños saben que estan ante un simulacro, pero ¿para qué viajar hasta allí si sabemos que es un simulacro?

La hiperrealidad está precisamente en el acto volitivo, turístico de ir a un parque temático y pasar allí el día, sabiendo que es una copia de algo real que se nos oculta. ¿Qué es un turista sino aquel que aniquila el viaje, que le da la espalda al verdadero sentido del viaje que es descubrir, conectar, explorar lo Otro? Un itinerario, un camino que no existe salvo cuando es recorrido por un turista sería un ejemplo más cercano a la hiperrealidad.

En el turismo no hay Otro, sino más de lo mismo, una mismidad recurrente y obsesiva que olvidamos en el aparcamiento, ese lugar donde los automóviles aguardan a que sus propietarios vuelvan al redil para devolverles a la realidad-real. El automovil iguala a todos los que se creen distintos y viajan, es decir hacen turismo alrededor de sí mismos para escapar de sí mismos, algo que por cierto no consigue casi nadie.

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Existen parques temáticos de toda clase, incluso sexuales como uno que hay en Corea, otros basados en las Santas Escrituras pero los que mas abundan son los que mezclan atracciones de feria, numeros de circo y fantasia antropomorfica de Disney, el que los descubrió -y descubrió el negocio- y al final -igual que su mundo- terminó congelado. Más que una metáfora.

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Con todo la hiperrealidad está mejor expresada en este edificio de Hiroshima que ha sido reconstruido simulando una ruina como esos pantalones vaqueros que se venden envejecidos; tal y como quedó después de estallar allí la bomba atómica, naturalmente la reconstrucción falsa de lo genuino está ligada a la construcción de la hiperrealidad, el signo aun siendo falso captura la atención, como no, del turista, alli en ese lugar no vive nadie, se trata de un entorno que se preserva tan solo para ser visitado, es un lugar invivible, es un lugar que ni siquiera sobrevive en lo simbólico puesto que fué despojado ya de su valor recordatorio y convertido en un mausoleo para turistas.

¿Vive alguien en Venecia o en Las Vegas?

Si usted no ha visto aun Lascaux o Altamira no hace falta que vaya, porque lo que contemplará es una reproducción, una copia. Los alrededores de estos templos del arte se han museificado y han transformado el entorno en momias a las que exhibir, asesinando lo simbólico y el estremecimiento sagrado se ha transformado en turismo de coca-cola y bocadillo. Pero lo peor es que el simulacro es tan parecido a la copia que nadie percibe la diferencia. Este es el crimen.

Para visitas virtuales a Lascaux no viajen hasta Les Eyzies du Tallac mejor háganlo desde su casa, en esta dirección: