Poesía e hiperrealidad

La poesía está más cerca del simulacro que de la autenticidad. Decía Pessoa que el poeta es el gran simulador porque «simula un dolor que de verdad sintió». Pessoa habla de la escisión del sujeto en la poesia, puesto que transforma en símbolo la acción de lo imaginario:

Tenemos quien vivimos

una vida que es vivida

y otra vida que es pensada,

y la unica en que existimos

es la que está dividida

entre la cierta y la errada.

Muchas personas escriben versos en secreto, versos escritos desde el pudor del que dice la verdad, del que habla de sí mismo sin disfraz, desde lo más profundo, desde la legitimidad que confiere lo realmente sufrido, la experiencia genuina del dolor, versos destinados al olvido por un sentido -auténtico- de vergüenza, versos que nadie leerá. Pero hay veces que el pudor cede y es entonces cuando movidos quizá por la vanidad del que pretende sucederse a través de otro – Gil Albert decia «sucedámonos simultáneos»- se encuadernan las palabras y se muestran: el poema se defiende con el fulgor de la desnudez y la acreditación de la autenticidad.

El poeta ingenuo defiende la autenticidad de sus poemas creyendo que la poesía es sobre todo un acto de honestidad, un acto de verdad, la exhibición desnuda e individual de la emoción. Pero siendo esta primera premisa cierta, es obligado decir que no es suficiente y que a veces es incluso un lastre importante, la verdad individual no interesa a nadie, la sinceridad no es un valor poético. Porque la poesia no cabalga de la verdad y funde mal con determinado tipo de emociones, sobre todo de aquellas banales escritas bajo la autosugestión del que cree evangelizar las emociones ajenas, por no hablar de ese realismo sucio de lo no consensuado, con aquellas que no pueden aglutinar a un gran número de fracasos emocionales alrededor de la emoción evocada por la palabra desnuda alejada del significado del pathos, del lenguaje común. La poesía es un género peligroso y resbaladizo cuyos limites de tolerancia son muy estrechos, la linea que separa lo trivial o lo ridiculo de lo sublime es una linea delgada que no sólo puede franquearse a lomos de la originalidad a cualquier precio, no sabemos qué es la belleza, pero sabemos emocionarnos ante ella y es seguro que ese requiebro tan suave que brinda la señora belleza está muy cercana al desgaste por excesos y abusos del lenguaje: lo original es condición pero no asegura la condensación de goce necesario para que los versos ardan en la boca del que los declama o lee en silencio.

Pessoa tenía razón, la poesía exige distanciamiento pues la poesia es el arte supremo del simulacro, todo en ella es simulacro, representación, sus hilos se tejen en lo simbólico y se vierten necesariamente en lo real: el poeta pudoroso no es un verdadero poeta pero quizá llegué a ser un lector apasionado, por lo tanto sería una contradicción hablar de poesia hiperrealista, no hay poesía hiperrealista pues todo el oficio de poeta discurre entre lo imaginario, a través de la metáfora.

La poesía no pretende emular o representar la realidad, no existe una poesía figurativa (que es la intención del arte en general) sino la intención de ir más allá de las palabras, que las palabras ellas solas hablen de si mismas, de lo contrario no estariamos en el terreno de la poesia sino de la prosa, en el terreno de la narrativa.

Poesía es algo asi como:

«Entre la vida y yo hubo un vidrio tenue»

¿Existe algun simulacro mayor que aquel que nombra el dolor sin doler, sin queja reconocible, en un sujeto que ignora que ese dolor fue alguna vez suyo?

La poesía está muy cerca del erotismo: los dos persiguen un mismo goce, el goce de la indistinción, un goce al que sólo se puede llegar haciendo «como si» lo semejante y lo distinto no fueran opuestos sino parte del mismo fenomeno perceptivo.

¿No es precisamente esta la esencia de la poesía y del erotismo, llevar a la indistinción, a la confusión de dos objetos distintos?

Precisamente Rimbaud , el guru rebelde, el heroe sisifico de la poesía moderna nos dice:

Recobrada está

Qué: la eternidad

Es la mar que se fue

Con el sol

Efectivamente, de eso se trata en cualquier goce, de que el mar marche con el sol. Aquel que lo consigue está haciendo -aun sin saberlo- poesía.

El poeta es el simulador simulacrado por las palabras. No precisa además ser sincero.


Un comentario en “Poesía e hiperrealidad

  1. La poesía para mí es puro divertimento, puro goce y acción… o es ni lo uno ni lo otro… no se. también es un misterio al que no podemos abarcar completamente. 😦

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