Delirio paranoico, delirio esquizofrénico.

En la mente humana individual sucede algo parecido a lo que pasa en el arte. Algunos sujetos deliran sobre cosas que pueden suceder en la realidad: ser perseguidos, engañados, amados en silencio, envenenados o excluidos por sus semejantes. Se trata del delirio paranoico. Otros enfermos deliran sobre cuestiones más complejas o fantásticas: son influidos por ondas, oyen voces que no existen, sienten que su pensamiento es difundido o son visitados o abducidos por naves espaciales habitadas por extraños seres que le han elegido a él para iniciar una misión de un calado esencial para el mundo. Son los esquizofrénicos.

Otros situados justo en medio de ambos deliran en que son infestados por parásitos, que tienen animales en el vientre o que se han quedado sin órganos, vacíos. Otros ya notan el sabor de la tierra porque se creen muertos o casi.

Como puede observarse existen matizaciones en el delirio de cada cual. El arte se situa más allá del delirio pero toma prestado de él los materiales para la construcción de la obra. Estos materiales suelen ser los mismos, lo grotesco, lo lugubre, lo maravilloso, lo siniestro o lo sublime. Extasis o pesadilla acompañan como porteadores del ánimo mientras el Yo vigila y toma distancia, el arte pretende la seducción, la locura la imposición. Por afuera de ellas existe otro modo de existir o de ser: aquello que busca la mirada ajena al precio que sea, la atención del espectador al que no duda en ofender o provocar, es la estrategia de la publicidad e individualmente de todos aquellos que buscan sorprender, intimidar pero nunca cautivar. Como dice Garcia-Lorca por que:

Hay barcos que en la noche

buscan ser mirados

para naufragar ( …)

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La blasfemia está ya permitida, pero ¿es arte o pornografía?¿paranoia o provocación publicitaria?

Los limites se desdibujan a medida que la tarea del artista se democratiza y se convierte en una opción más de expresión.

Literatura e hiperrealidad

Es necesaria una precisión preliminar acerca de los géneros literarios y distinguir -aunque sea para delimitar algún borde entre ellos- que el género ficción fantástica, el terror gótico y la anticipación cientifica o politica se hallan muy cercanos entre sí y son dificiles de distinguir. Siguiendo la lógica hiperreal que guía este blog me permitiré adelantar al lector que considero a F. Kafka como el «inventor» de este género literario, -tal y como lo concebimos hoy- que he llamado hiperrealismo o suprarealidad literaria.

Distinguir el «Frankestein» de Mary Shelley, los mitos de Lovecraft, el «Dracula» de Bram Stoker, los «Cuentos» de Poe o Apollinaire o incluso la literatura de anticipación (ciencia ficción) como la de Wells o la del mismo Verne imponen una discrimación a veces artificiosa sobre las barreras entre géneros. Deliberadamente escindiré de este blog el realismo fantástico, la ciencia ficción y el cuento dirigido a un público infantil.

Para entender mejor estos limites volveré a referirme al metodo paranoico-critico de Dalí, una vez admitido que los conejos pueden hablar, todo el discurso posterior es congruente. Nótese que en la literatura hiperreal no existen elementos superfantásticos o bizarros, más allá de aquella primera premisa (que los conejos hablan) el resto se desarrolla de una forma natural

Uno de sus precursores es sin duda Lewis Carroll y lo es por dos razones: la primera es su obra o al menos su obra más conocida, «Alicia en el pais de las maravillas» y su segunda parte «Alicia a través del espejo» . La segunda razón es que del mismo modo que sucede en los pintores hiperealistas el autor se encuentra fascinado por la fotografia y explora la misma -segun los limites de aquella epoca- paralelamente a la exploración literaria que aventura en sus conocidos cuentos.

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Alicia no es un cuento para niños, antes al contrario se trata de obras de una intensa sutileza intelectual, no hay que olvidar que Carroll era un profesor de matemáticas y existen verdaderas interpretaciones lógico-matemáticas de sus propuestas estéticas de las que no me siento capaz de opinar. Yo me limitaré a señalar las constantes paradojas a las que es sometida la heroina de Alicia, una niña que al parecer existió en la realidad y con cuya familia Carroll estaba fuertemente unido. Es además evidente que existió una fuerte fascinación por esta niña a la que retrató en inumerables ocasiones y de cuya mirada parece desprenderse un clima de complicidad.

Una atmósfera alucinatoria que se desprende de todo el cuento presta sus elementos fantásticos e hiperreales a la narración, un pretexto para que Alicia utilice su inteligencia para resolver problemas lógicos que aun hoy atraen la atención de los investigadores, y de un modo muy parecido a lo que suele hacer otra heroina del comic, me refiero a Mafalda. Alucinaciones liliputienses tambien llamadas micropsias que según algunos el propio Carroll sufrió debido a sus ataques frecuentes de migraña. En cualquier caso Carroll va más allá de lo real y atraviesa esa frontera que divide la percepción consensuada del mundo de la imaginación y de los sueños. Desde entonces la novela ya no volverá a ser lo que fué. Carroll inventó quizá sin saberlo la novela tal y como la concebimos hoy.