La suprarealidad no es un «invento» reciente: puede rastrearse a través de la historia del arte en aquellos que como el Bosco o Arcimboldo han utilizado elementos de lo onírico o lo sobrenatural o bien escenarios apocalípticos o aterrorizantes para plasmar o expresar ese «ir más allá» de la realidad sensible, a veces buscando ese «no se qué» en el «más allá de la vida» segun la tradición cristiana (un pretexto para que el Bosco expresara su mundo interior) y otras veces como en el caso del retrato de Arcimbaldo en un motivo a medio camino entre el bodegón y el retrato, algo risible que tiene mucho que ver con lo demoníaco y lo trágico, con lo incosgnoscible y que nos remite al mundo de la locura, del delirio o del sueño. precursores pues de la hiperrealidad.
Como puede observarse las verduras y frutas que adornan la cabeza del personaje en cuestión aluden a algo banal, doméstico, vulgar y cotidiano: es su situación, el lugar que ocupan en el retrato y no la esencia misma de las verduras lo bizarro. Lo hiperreal trata de algo posible sólo que ocupando un lugar inusual, eso lo diferencia claramente -formalmente-del surealismo cuyos paisajes o escenarios son absolutamente fantasticos y precisan de la colaboración paranoico-critica del observador.
Hasta los prerafaelistas pueden ser clasificados como precursores del hiperrealismo, su huida de la figuración convencional, su gusto por el color y la atracción por aspectos poco convencionales -la posición del cadaver- les
hace verdaderos pioneros de la suprarealidad.
En estas dos versiones de Ofelia, una de Millais y la otra de Simmonds puede observarse el gusto por lo siniestro o lo mitico que caracteriza a los artistas hiperreales.